Edison es conocido por inventar el telégrafo, la bombilla o el fonógrafo, entre otras cosas, pero tiene otros inventos que podrías desconocer.

 

Thomas A. Edison | LD

Thomas Alva Edison era aún un niño de apenas 8 años y llevaba unos meses en la escuela. Su profesor no pareció ver en él la brillantez que el futuro le depararía y decidió mandarle a casa expulsado por «estéril e improductivo«. Su madre, Nancy Elliot, había sido maestra antes de casarse y pareció hacer el mejor trabajo de su vida. Dotó al joven de ambición y verdadero entusiasmo por el conocimiento y por el funcionamiento de las cosas. Pese a las horas de estudio y lectura autodidacta, Edison siempre persiguió una meta: llevar a cabo sus ideas.

  1. Recuento de votos.
    Fue su primera patente y la realizó con 21 años. Consistía en un instrumento eléctrico que permitía el recuento de votos de una forma sencilla pero que ahorraba mucho tiempo respecto a la metodología manual de la época. La idea no fue bien recibida. Según un comité del Congreso de Washington su principal interés era «evitar fraudes en las votaciones, y su aparato no haría otra cosa que favorecerlos». De este primer fracaso, Thomas aprendió la necesidad de un uso eminentemente práctico.
  2. Coche eléctrico.
    Fue uno de los mayores impulsores en los albores de la industria automovilística. Por aquel entonces los vehículos se movían mediante enormes baterías, con bajos rendimientos y muchísimo peso. Edison se había preocupado de mejorarlas con su compuesto de Ferro-Niquel (Nife). Desarrolladas en 1901, poseían mayor longevidad y ligereza usándose en marcas como el Detroit Electric y Baker eléctrico. En la publicidad de la época se podía ver como algunos conductores habían podido hacer 1.600 km realizados de forma «robusta» con las baterías NiFe.
  3. La máquina de tatuajes.
    En 1877 los laboratorios de Edison desarrollaron un lapicero perforado que hacía agujeros en el papel. Para conseguirlo, producía vibraciones en su punta con una frecuencia de entre 50 y 3000 veces por minuto. En un principio no existía un uso concreto del dispositivo hasta que en 1891, Samuel O’Really pensó que si lo llenaba de tinta y le dotaba de una punta más afilada lo podría utilizar para tatuar la piel.
  4. El efecto Edison.
    Su obsesión por encontrar un uso práctico a sus desarrollos le llevó a despreocuparse por las investigaciones científicas más académicas. Aún así, casi sin quererlo, realizó un descubrimiento que daría pie al futuro desarrollo informático. Hasta que Thomas Alva pudo presentar su bombilla realizó cientos de pruebas que resultaron fallidas. En ese sinfín de pruebas comprobó como en determinadas condiciones la corriente circulaba en una dirección y no en la otra. Edison utilizó este descubrimiento para patentar un contador eléctrico pero se quedó aquí. Hubo que esperar a John A. Fleming para que en 1897, con unas pocas modificaciones, transformara el contador eléctrico de Edison en la válvula de vacío: el primer paso para el desarrollo de la electrónica.
  5. La «fábrica de inventos».
    Durante la larga carrera de patentes, Thomas Alva Edison desarrolló y perfeccionó el más importante de todos: la «fábrica de inventos». Fue un laboratorio con biblioteca, talleres y viviendas para él y sus colaboradores. Su principal mandato era el de realizar investigaciones prácticas, ya fueran por encargo o por puro interés personal. Cuando se propuso su implantación buscó en la ciudad de New York un local adecuado. Sin embargo, tuvo que alejarse hasta un garaje en un pequeño y tranquilo pueblecito llamado Menlo Park. Se instaló en 1876. Con veintiocho años se había convertido en el inspirador, líder y dueño del primer laboratorio de investigación del mundo. De él salieron descubrimientos que cambiaron la forma de vivir: la bombilla, el gramófono, el quinetoscopio (que supuso el primer paso hacia el cine), sistemas de distribución eléctrica a viviendas, y así hasta 1.093 patentes.

    Fuente: Juan Manuel Sabugo. Libertad Digital.

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