La gran aportación del IV Centenario va a ser que el cretense pase a ser considerado en el mundo como el pintor del color y la luminosidad. Así lo afirma a ABC el profesor Redondo

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ANA PÉREZ HERRERA
El profesor, José Redondo, historiador del Arte, junto al monumento al Greco del Tránsito de 1914

La figura de Doménikos Theotokópoulos ha estado siempre rodedada de un halo místico; se le ha visto como un alma torturada, misteriosa y se ha llegado a decir de él, incluso, que alargaba sus figuras debido a un problema de visión. Pero, ¿por qué fue tan incomprendido en su época? ¿Por qué se ha mantenido durante siglos esa imagen de pintor triste y tenebrista? ¿Qué nos queda por descubrir del cretense ? A estas y otras preguntas responde a ABC el profesor universitario José Redondo, experto y apasionado del Greco, que explica por qué todavía a nivel popular se le sigue conociendo tan mal a este pintor universal.

Explica que «durante muchos años hemos conocido las pinturas sucias y sin restaurar y, por lo tanto, no se podían ver los colores reales; al Greco se le ha conocido con muy malas fotografías y eso hizo que la crítica y el público tuviera un conocimiento que no era exacto». «El Greco es todo lo contrario y esto ha quedado claro tras las restauraciones que se han realizado de sus obras», en donde ha tenido un papel destacado el toledano y restaurador del Prado, Rafael Alonso, al que define como «el gran restaurador internacional de obras del Greco». Gracias a esos cuidados, a esas manos de Alonso, por las que han pasado más de 90 cuadros del Greco, la obra del griego de Toledo «ha pasado a ser fotografiada con calidad y con un importante despliegue y eso ha hecho que hoy podamos tener una aproximación más exacta y quitarnos la careta de esa falsa imagen de pintor oscuro, triste y tenebrista. Es todo lo contrario».

Por eso, el profesor Redondo recomienda que se vengan a ver las exposiciones en Toledo porque van a descubrir «al pintor de las manchas de color, de una luminosidad espectacular». Esta va a ser, a su juicio, la gran aportación del «Año Greco», descubrir el gran artista del color y acabar con su imagen tenebrista.

Y es que Redondo define al Greco como el pintor más moderno de todos los clásicos de la historia del arte, un digno heredero de Tiziano, «el más contemporáneo de los pintores porque en su madurez , hacia 1590, va a llegar a una conclusión que sigue vigente y que supone el reducir la pintura y el arte expresivo a manchas de color, que es el origen de nuestra pintura contemporánea; por eso nos resulta ahora tan familiar su pintura. Es algo que aprende en su etapa veneciana, fundamental para su pintura porque Roma le aportó la monumentalidad de las figuras de Miguel Ángel, pero claramente lo que es fundamental para su ADN artístico es su paso por Venecia».

Este es el motivo, a su juicio, por el que «el Greco fue un incomprendido por sus propios contemporáneos, que sí admiraron en él el género del retrato, pero no su pintura religiosa, en donde desarrolló el principio básico de mancha de color». Y, como anécdota, José Redondointroduce una frase célebre de uno de sus contemporáneos, Fray Juan de Santa María que escribe en un tratado en 1615 en el que dice:«Como la pintura del griego que puesta en alto y vista de lejos para decir mucho, pero que vista de cerca todo son manchas y borrones». Esto es precisamente lo que se pensaba entonces y, curiosamente, «es lo que hoy valoramos y lo que más contemporaneidad da a la pintura del Greco».

¿Y cuándo y por qué se fijan en él los expresionistas alemanes?: «Los movimientos artísticos de la modernidad contemporánea y luego la vanguardia van a tener como principal reivindicaciciónn defender la expresividad y la autonomía creativa» y bucean en la historia del arte y se encuentran con que vivió, en la ciudad de Toledo, a finales del siglo XVI y principios del XVII, un griego, «un artista que, ante todo, defendió la expresividad y su autonomía como artista y van a ver en él una prefiguración de la reivindicación de esa creativad del artista contemporáneo y de luchar en contra de la normativa y los cánones y los movimientos oficiales».

Por eso, el Greco forma parte de ese «top-ten» de los diez principales artisas de la historia del arte, un pintor universal. Al profesor no le gusta esa campaña del «Greco, alma de Castilla-La Mancha» porque es mucho más, «es un pintor universal», aunque muy vinculado a Toledo. «Pocas ciudades tienen un marchamo comercial tan importante y tan poderoso para vender en la ciudad. Y sin haber nacido aquí».

¿Qué nos queda por descubrir del Greco?: «Siempre nos queda la esperanza de encontrar cuadros inéditos y que sean desconocidos». Y¿la asignatura pendiente?: «Nos queda realizar el catálogo razonado del pintor y ver que pinturas son suyas y cuales son de su taller. El Greco creó una auténtica «fábrica» de hacer cuadros. Los discípulos, por ese sentido fabril simplificarán la técnica exquisita y muy elaborada del maestro. Este modus operandi del taller es uno de los elementos que más ha contribuido a desvirtuar la auténtica genialidad del pintor».

José Redondo es historiador del arte y técnico de Museos del Estado actualmente adscrito al Museo Sefardí y profesor de Museología y Técnicas Artísticas y Museología. Acaba de publicar un artículo en el número 22 de la prestigiosa revista de Arte y Coleccionismo Ars Magazine (abril-junio 2014) donde intenta explicar las diferencias estilisticas que hay para diferenciar las obras pintadas por el maestro de las obras realizadas por sus discípulos. El profesor Redondo fue comisario, junto con Ana Carmen Lavín, de la exposición itinerante «El Greco, 1900» que recaló en el convento de Santa Fe Toledo entre marzo y julio de 2009 y con la que muchos toledanos redescubrimos al Greco.

Fuente: Valle Sánchez. ABC

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