Charles Lutwidge Dodgson es el intelectual detrás del pseudónimo Lewis Carroll. Nació en 1832 y desarrolló su vida profesional cuando el reinado científico de Newton era incuestionable. Las leyes del movimiento y los conceptos de espacio y tiempo absoluto dotaban de seguridad y conservadurismo a la sociedad. Le entusiasmaron las matemáticas desde muy pequeño. Con doce años resolvía problemas complejos de geometría y con 18 ingresaba en la Universidad de Oxford. Allí hizo su carrera en los diferentes ámbitos del conocimiento y el arte. Ya no la abandonaría hasta su muerte en 1898.

Entremedias, se convirtió en uno de los fotógrafos de referencia de la época victoriana, amó el teatro, durmió poco y mal por lo que trabajó mucho de noche, escribió sobre geometría y sobre lógica, pero sobre todo, encarnó el arquetipo de auténtico racionalista. En un mundo regido por los números y la lógica es obligatorio ir más allá, buscar los flancos, destruir el método para hacerlo aún más fuerte: «Si así fue, así pudo ser; si así fuera, así podría ser; pero como no es, no es. Eso es lógica.»

La velocidad, la aceleración y la gravedad

…O el pozo era en verdad profundo, o ella caía muy despacio, porque Alicia, mientras descendía, tuvo tiempo sobrado para mirar a su alrededor y para preguntarse qué iba a suceder después…

«Abajo, abajo, abajo. ¿No acabaría nunca de caer?»

Me gustaría saber cuántas millas he descendido ya -dijo en voz alta-. Tengo que estar bastante cerca del centro de la tierra. Veamos: creo que está a cuatro mil millas de profundidad…

¡A lo mejor caigo a través de toda la tierra! ¡Qué divertido sería salir donde vive esta gente que anda cabeza abajo!…

Y mientras decía estas palabras, ensayó una reverencia. ¡Reverencias mientras caía por el aire! ¿Creéis que esto es posible?

Alicia cae a una velocidad constante respecto del pozo, pero desde su punto de vista, se siente inmóvil, flotando, igual que estaría en el espacio sin gravedad. Como Einstein descubrió unas décadas más tarde, es imposible distinguir si estás cayendo o estas flotando sin gravedad. La aceleración que se produce cuando algo te arrastra es exactamente la misma que la que se produce cuando la gravedad actúa. Es el Principio de Equivalencia, una de las bases que el físico alemán desarrolló imaginando la escena de una persona dentro de ascensor que cae en el vacío. Hemos de convenir el poder evocador de la imagen de Carroll frente a la de Einstein. Al fin y acabo sólo una de ellas fue creada para fascinar.

El tiempo es relativo

La regla es mermelada mañana y ayer, pero nunca hoy.

¡Qué pobre memoria es aquella que sólo funciona hacia atrás!

Si conocieras el tiempo tan bien como lo conozco yo -dijo el Sombrerero-, no hablarías de derrocharlo como una cosa. El tiempo es una persona.

Los científicos de la época se encontraban envueltos en el descubrimiento del éter. Un sustancia invisible y sin peso que se suponía servía de sustento para que la luz viajara. Nadie podía intuir que pocos años más tarde el éter pasaría a la historia y el tiempo sería la explicación de la propagación de la luz; un tiempo variable y dependiente del observador, como el mostrado por Lutwidge durante las aventuras de Alicia. Jugando con esta idea las cosas pueden suceder antes o después de una forma relativa. La simultaneidad de los sucesos se convierte en un concepto vacío y sin lógica.

«El juego de la lógica»

Escrito en 1886, se considera uno de los primeros y más brillantes libros de divulgación científica para niños de la historia. En su época se consideró excesivamente complicado. Sin duda Alan Turing, el genio de la criptografía y padre de las modernas computadoras, no pensó lo mismo porque resultó el detonante de sus futuras inquietudes. El libro combina matemáticas, lógica y juegos de palabras. Como éste:

¿Cuál de estos dos relojes funciona mejor, el que da la hora exacta una vez al año, o el que nos indica la hora correcta dos veces al día? ‘El segundo’, dirían ustedes, ‘sin ninguna duda’. Pues bien, queridos lectores, presten atención

Según explica el propio autor de Alicia en el país de las maravillas un reloj que ni siquiera se mueva dará la hora correcta dos veces al día. Esto no quiere decir que sea mejor que uno que nos asegure que en un momento dado, a lo largo de un año nos diga la hora exacta.

En una de las más famosas e improbables anécdotas, se muestra a la Reina Victoria entusiasmada con el libro «Alicia en el país de las maravillas» y requiriendo con urgencia cualquier nueva publicación de Charles. Dos años después, sobre la mesa de su escritorio, una de las primeras ediciones de un libro titulado«Tratado elemental de los determinantes». El error de la Reina fue el mismo que el nuestro: considerar a Lewis Carroll un mero escritor. Lewis Carroll fue mucho más y por eso merece ser recordado como Charles Lutwidge Dodgson, el matemático, literato, fotógrafo y divulgador.

Fuente: Manuel Sabugo. Libertad Digital

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