Francisco de Goya es más que nunca una referencia contemporánea. Una gran retrospectiva en Boston es la mejor prueba de la fascinación por el artista aragonés

 

La imprescindible exposición «El Greco y la pintura moderna», clausurada el pasado 5 de octubre en el Museo del Prado, mostraba la conexión del pintor cretense con artistas modernos y contemporáneos, como Cézanne, Pollock o Saura. En el caso de Francisco de Goya(1746-1828), el pintor aragonés solo necesita mirarse a sí mismo para presentarse como un artista revolucionario en su momento, y todavía moderno.

Así se ve en la muestra «Goya: Order and Disorder» («Goya: orden y desorden»), que ayer abrió sus puertas en el Museum of Fine Arts (MFA) de Boston. Se trata de la mayor exposición sobre el pintor de Fuendetodos en Norteamérica en los últimos 25 años, y el acontecimiento artístico del otoño en esta orilla del Atlántico.

El título se refiere a la posición de Goya como observador punzante de un mundo que transita del Antiguo Régimen a la era moderna en un tumulto de revolución y de transformaciones políticas y sociales. También habla del orden y desorden en los que baila su obra: la calma de la vida cortesana de Carlos III y los horrores de la guerra; la prosperidad y las tragedias humanas; la inocencia de un niño y la perversión de los hombres.

«Es una mirada única en nuestra generación a uno de los artistas más importantes e imaginativos de todos los tiempos», asegura Malcolm Rogers, director del MFA. El museo posee una de las mejores colecciones de la obra en papel de Goya: cerca de 1,300 dibujos y grabados, de los cuales 60 están en la muestra.

La exposición, patrocinada por Santander, ha sido posible gracias a la colaboración de un buen número de instituciones de varios países y de colecciones privadas. La contribución más importante es la del Museo del Prado, que ha aportado 21 cuadros de su colección, la más importante del mundo del artista. Pero también hay obras del Museo del Louvre, de la Galleira degli Uffizi de Florencia, del Metropolitan Museum de Nueva York y de la National Gallery de Washington.

Yuxtaposición de temas

Las 170 piezas que contiene la exposición no están organizadas de forma cronológica, sino en ocho bloques temáticos que organizan el amplio espectro creativo de Goya: de la elegancia de los retratos aristocráticos a la expresividad grotesca y satírica de los «Caprichos». «Decidimos yuxtaponer los temas y las composiciones similares en diferentes formatos para que los visitantes puedan comprobar cómo cada técnica elegida por Goya informó y transformó sus ideas», explica una de las comisarias, Stephanie Stepanek. «Examinar sus preocupaciones compositivas a través de las décadas –muchas veces en la misma sala de la exposición- demuestra una continuidad en la imaginación de Goya», añade el otro comisario, Frederick Ilchman.

La primera sala de la muestra –«Goya se mira a sí mismo»- es unainmersión en el universo goyesco a través de sus autorretratos, como «El sueño de la razón produce monstruos» –donde dominan la alegoría y la fantasía- o el delicado «Autorretrato ante el caballete», de la Real Academia de San Fernando.

La siguiente sección («Estudios de la vida») recorre su examen al paso de la vida con obras grotescas como «Las viejas» o elegantes como «El quitasol», mientras que «Juego y presa» reúne temas adorados por Goya, como la caza o la tauromaquia. Tras una sala dedicada al equilibrio –físico y conceptual- en sus obras, se llega a la parte dedicada a sus retratos, el género que le dio la fama entre la aristocracia y la realeza española y donde se produce un reencuentro muy esperado: el de los cuadros «El Duque de Alba» y «La Duquesa de Alba», que no se habían expuesto juntos desde principios del siglo XIX.

Después de dos salas dedicadas a las exploraciones espiritualeshumanas (las creencias, la superstición, la locura) y a los episodios históricos –con ejemplos de la serie «Los desastres de la guerra»-, la muestra culmina con «Solo Goya», con piezas que explican la excepcionalidad del artista como «La última comunión de San José de Calasanz» o «Gigante sentado».

Creciente interés por Goya

La exposición, que estará abierta al público hasta el 19 de enero del año que viene, es la prueba más clara del creciente interés por Goya, cuyas obras protagonizan la programación de museos de todo el mundo. A principios de mes, el Meadows Museum de Dallas inauguró una muestra dedicada a los grabados del artista, con doscientas piezas.

En Israel, el Museo Hermann Struk abrió el mes pasado una exposición con obra en papel de algunas de sus series más importantes, como «Los caprichos», «Los desastres de la guerra» o «La tauromaquia». El Museo del Prado dedicará a finales de noviembre una exposición a los tapices de Goya, con los que inició su carrera como artista y le abrieron las puertas de la corte de Carlos III. El año que viene, la National Gallery de Londres tendrá al aragonés como reclamo para conseguir adhesiones a su nuevo programa de membresía: ofrecerá la primera gran exposición dedicada a sus retratos. También en Londres, la galería Courtauld reunirá sus dibujos sobre brujería.

Una de las obras del Metropolitan Museum más queridas por los neoyorquinos es el retrato «Manuel Osorio Manrique de Zúñiga», alrededor del cual el museo organizó la muestra «Goya y la familia Altamira», abierta hasta el pasado agosto. El cuadro, más conocido como «El niño de rojo», ha viajado ahora cuatro horas hacia el Norte para formar parte de la exposición en Boston.

De la pinacoteca a la gran pantalla

Pero la fascinación por Goya va mucho más allá de las salas de los museos. El artista influye a artistas contemporáneos, a escritores y también a Hollywood. La película «Mortdecai», protagonizada por Johnny Depp y Gwyneth Paltrow, que se estrenará en febrero, gira alrededor de un marchante de arte que debe recuperar un Goya robado. En «Trance», de Danny Boyle, la trama también se articula alrededor de otro cuadro de Goya, «Vuelo de brujas». El pintor no es solo un artista moderno, es una referencia contemporánea.

Fuente: ABC

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